viernes, 7 de abril de 2017

TUTORIA 8



AGRICULTURA ECOLOGICA


Colombia, el único país donde decrece la agricultura ecológicaNacional26 May 2014 - 1:08 PM
Agencia de Noticias de la Universidad Nacional
Así lo indican datos del Instituto Suizo de Investigación en Agricultura Orgánica y la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica.
Mientras Argentina, Brasil y Uruguay han incrementado el porcentaje de tierra destinado a actividades de agroecología certificada, en Colombia, esta cifra es del 1% y 2% de la producción nacional, es decir, 50.000 hectáreas.
Según datos de un estudio realizado por los expertos Helga Willer y Lukas Kilcher y publicado por el Instituto Suizo de Investigación en Agricultura Orgánica y la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica con sede en Alemania, en América Latina, 280.000 productores cultivaron 8,6 millones de hectáreas de tierra de manera orgánica, en 2009, lo que equivale al 23% del porcentaje mundial y al 1,4% de la tierra dedicada a labores agrícolas en el planeta.
Los principales países por hectáreas fueron Argentina (4,4 millones), Brasil (1,8 millones) y Uruguay (930.965), mientras que la proporción más alta de tierras agrícolas ecológicas se reportó en las Islas Falkland/Malvinas (35,7%), República Dominicana (8,3%) y Uruguay (6,3%).
Según el profesor Tomás León Sicard, investigador del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional de Colombia, “si el país decidiera impulsar la agricultura ecológica, varios de los conflictos que históricamente ha afrontado el sector encontrarían soluciones, en especial, el que presenta la agroecología como una posibilidad para la paz”.
Para el profesor León, frente a los ambiciosos megaproyectos rurales, Colombia va perdiendo la discusión en materia de agricultura ecológica, pues se desconocen sus diversas posibilidades.
Durante su intervención en la undécima sesión de la Cátedra Manuel Ancízar de la U.N., denominada “Transición multifuncional del territorio rural”, el investigador destacó aspectos de la funcionalidad de la agroecología, más allá de lo que tradicionalmente se conoce sobre ella, como la eliminación de plaguicidas y el aumento de la biodiversidad.
Dentro de los aspectos menos conocidos, el experto mencionó que aumenta los límites planetarios para el uso de la tierra, reconfigura el territorio, en términos de conectividad espacial y de ecología del paisaje y, finalmente, favorece la interconexión del conocimiento mientras fortalece la innovación social.
El docente empezó su participación durante la cátedra respondiendo a la pregunta ¿qué es lo ambiental? Para ello, se apoyó en los lineamientos de la escuela del maestro Augusto Ángel Maya, filósofo del pensamiento ambiental latinoamericano, según los cuales, para comprender la relación ecosistema-cultura es importante entender a la agricultura, no solamente desde aspectos como la producción tecnológica o el uso de insumos, sino también desde factores económicos, sociales, políticos y simbólicos.
El invitado internacional de esta sesión fue el profesor Alfio Brandenberg, director del Posgrado en Sociología Rural de la Universidad Federal de Paraná (Brasil), quien centró su intervención en mostrar cómo la agricultura familiar está resultando clave para desarrollar diversos proyectos de agroecología.
Más allá de los aspectos centrados en la producción agrícola que se adelanta bajo estos parámetros, el profesor brasileño destacó que “uno de los éxitos de esta labor es el trabajo en redes, donde nuevos actores de lo rural se organizan de forma particular bajo un concepto de territorio”.
Otro de los participantes fue Julio Rodríguez Arrieta, productor agrícola de San Juan Nepomuceno (Bolívar), perteneciente al proyecto Finca Montemariana, el cual es coordinado por la Fundación Red Desarrollo y Paz de los Montes de María.
Dicho proyecto se basa en un modelo agroforestal que abarca un espacio de 1.123 hectáreas y que beneficia a cerca de 1.000 ciudadanos del área rural de los Montes de María. La mayoría de ellos son campesinos que han retornado luego de un proceso de desplazamiento que duró casi dos décadas.
Rodríguez explicó que en él se combina el conocimiento tradicional indígena con las prácticas tradicionales rurales de su territorio. “Dicho modelo consiste en escoger los cultivos transitorios como maíz, yuca o ñame y combinarlos con cultivos semipermanentes como el plátano y la producción de cítricos”, comentó.
Este procedimiento incentiva la relación empleo-ingreso, pues los cultivos transitorios ofrecen posibilidades de ventas óptimas. Además, la cosecha de plátano aporta un alto porcentaje de ganancia y, en cinco años, los cítricos fortalecerán la seguridad alimentaria y los ingresos económicos.
“Buscamos la autonomía y el empoderamiento para evitar volver a ser víctimas del desplazamiento forzado. Por eso, el objetivo es recuperar el tejido social afectado durante más de 20 años por el conflicto armado que afrontó la región. Queremos poner, no un pedazo de tierra más en manos de nuestros hijos, sino un espacio, un territorio que puedan administrar para garantizar una mejor calidad de vida en el campo”, concluyó.

EN DEFENSA DEL AMBIENTE
La AE se basa, entre otras prácticas agronómicas, en cambiar monocultivos por policultivos, en la disminución de fertilizantes externos, en la promoción del reciclaje de abonos orgánicos producidos en la misma finca y en la eliminación total de plaguicidas y de plantas genéticamente modificadas.
Evidentemente, estas prácticas se ejecutan en relación directa con una constelación de elementos culturales que permiten la ejecución de la AE como práctica alternativa. Estos incluyen la conciencia ambiental de los productores, la disponibilidad de tecnologías alternativas, el acompañamiento institucional y una base filosófica diferente para abordar la producción de alimentos.
La agricultura ecológica y sus similares (la biodinámica o la permacultura) se incrementan en el mundo a tasas cercanas al 20% anual. Esto debido a que la sociedad reconoce sus beneficios, que van desde la salud de los consumidores hasta la disminución de problemas de erosión de suelos, restauración de ecosistemas degradados e, incluso, defensa contra inundaciones y sequías.
Según los expertos Helga Willer y Lukas Kilcher (2011), las hectáreas (ha) dedicadas a todo tipo de agricultura ecológica certificada en el mundo, incluyendo aquellas en reconversión, llegaron en el año 2009 a 37.232.000 ha (en 1999 fueron 11 millones y en 2008, 35,2 millones).
Lo anterior corresponde al 0,9% de las tierras agrícolas del mundo, las cuales se calcula llegan a los 1.500 millones de ha (si se suman las de uso agropecuario y forestal serían 4.900 millones de ha). La penetración de la AE en algunos países es mucho más elevada que el porcentaje mundial; es el caso de las Islas Malvinas (36%), Liechtenstein (27%) y Austria (18,5%).
Una opción viable 
Siete países poseen más del 10% de sus tierras en AE. El dato suministrado incluye casi 12 millones de hectáreas en pastoreo extensivo en Australia. La misma fuente advierte que en estas actividades se ocupaban 1,8 millones de productores (1,4 millones en 2008) en 160 países.
En América Latina, unos 280.000 productores cultivaron 8,6 millones de hectáreas de tierra de manera orgánica en 2009, lo que equivale al 23% del global mundial en AE y al 1,4% de la tierra dedicada a labores agrícolas en el planeta.
Los principales países por hectáreas fueron Argentina (4,4 millones), Brasil (1,8 millones) y Uruguay (930.965). La proporción más alta de tierras agrícolas ecológicas se reportan en las Islas Falkland/Malvinas (35,7%), la República Dominicana (8,3%) y Uruguay (6,3%).
Ahora bien, ¿Podría la Agricultura Ecológica ayudar a resolver parte sustancial de los actuales problemas del sector agropecuario colombiano? La respuesta es un sí rotundo. Si el país decidiera apostar por este camino, que en la actualidad ocupa entre el 1% y 2% de la producción nacional (unas 50.000 ha certificadas), muchos conflictos del sector encontrarían respuestas.
Por ejemplo, la promoción de policultivos diversos y las consecuentes prácticas de no dejar los suelos desnudos, podrían contribuir fuertemente a evitar los derrumbes, deslizamientos e inundaciones en las épocas de lluvias intensas. Esto porque los suelos retendrían más agua y la liberarían lentamente, evitando las crecientes súbitas de los ríos y guardando el líquido en el mismo suelo para los períodos de sequía.
El reciclaje de la materia orgánica en las mismas fincas, hace que ellas se vuelvan autosuficientes y que no requieran la compra continua de fertilizantes o que su adquisición se torne más ocasional y controlada, siempre en función del análisis de suelos.
Este mismo abonamiento orgánico hace que los suelos sean más resistentes a la erosión o a su degradación física y que, nuevamente, el consumo de agua sea más equilibrado, al igual que el aumento de su fertilidad.
El hecho de eliminar los plaguicidas produce altos beneficios, uno de los cuales y, tal vez el más importante, es que los consumidores tengan mejoras en la salud. Así, se reducen las posibilidades de intoxicación crónica o aguda, se bajan las tasas de morbi- y mortalidad y, por ende, se reducen las consultas médicas y las presiones sobre el sistema de seguridad social.
Pero además, al eliminar el uso de plaguicidas (insecticidas, fungicidas, bactericidas y otros) se propicia la proliferación de insectos benéficos que, a su vez, controlan a los denominados insectos-plaga,  reduciendo también la necesidad de comprar productos tóxicos.
Con todo esto, la agricultura ecológica es capaz de asegurar la soberanía alimentaria del país, de generar enormes cantidades de empleo (por lo menos un 30% más que el actual modelo), de incentivar la creatividad para la prosperidad, de aumentar la oferta de productos exportables y, si se quiere, de dar oportunidades para la paz nacional.
La pregunta es ¿por qué si es tan benéfica, no se expande en Colombia con la misma rapidez  que en muchos otros países? Las respuestas, que dan para un debate más amplio, tienen que ver con varios aspectos.
Por un lado, con el modelo económico actual, empujado por empresas transnacionales que poco o nada se interesan en el beneficio social y ambiental. Por otro, con decisores políticos que no comprenden aún en qué consiste esta práctica alternativa. Finalmente, con académicos que se oponen a la AE o con comercializadores que defienden intereses establecidos.
Lo cierto es que la agricultura ecológica es, a juicio de muchos expertos, la solución para los problemas estructurales del país rural y urbano.


Edición:




ACTIVIDAD

1.  Como podemos contribuir para crear conciencia de agricultura ecológica, realiza un escrito de media hoja en el cual hagas tu planteamiento.

2 comentarios:

  1. Según mi punto de vista para crear conciencia sobre la agricultura ecológica se debe de dar ejemplo creando proyectos, en primer lugar a nivel personal y luego con la comunidad, empezar a cultivar productos ya sean de origen vegetal o animal, con la máxima calidad, libres de residuos químicos, respetando el medio ambiente y conservando o mejorando la fertilidad del suelo mediante la utilización óptima de recursos naturales (renovables), sin el empleo de productos químicos y asegurando el bienestar de los animales, es decir, respetando ciclos naturales, no solo buscar productividad sino la sostenibilidad de la producción.

    Un ejemplo podría ser produciendo abono orgánico (compost) para la fertilización de terreno a través de descomponedores como las lombrices (humus), hongos, bacteria etc. La materia orgánica es la base de la fertilización, por ende se puede sembrar hortalizas que son a corto plazo para la producción del hogar y venta, pasto de corte para las vacas, frutales.

    Otro caso sería la crianza de animales con desechos del hogar teniendo en cuenta los ciclos de desarrollo de cada uno, produciendo su propio alimento, en el caso de pollos sin darle alimentos con hormonas para el rápido crecimiento, sino reemplazarlos por hierba y desperdicios del hogar o finca.

    Con los resultados de proyectos de agricultura ecológica podemos mostrar a la comunidad que es efectivo porque fertiliza la tierra y frena la desertificación; favorece la retención del agua, fomenta la biodiversidad, mantiene los hábitats de los animales silvestres, permitiendo y favoreciendo la vida de numerosas especies, ya que se pretende para las siembras es limpiar manualmente el terreno sin quemas, respetando los ciclos naturales de los cultivos, evitando la degradación y contaminación de los ecosistemas, donde después de la descomposición de las plantas, estiércol los nutrientes se incorporan de nuevo al suelo como compost o abonos orgánicos.

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  2. La agricultura ecológica es un sistema de cultivo de explotación agrícola autónoma basada en la utilización optima de los recursos , naturales sin emplear productos químicos y utilizando productos como abono orgánico como el caso del compo que se hace abase de residuos organicos

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